sábado, 9 de julio de 2011

La gran mancha blanca de Saturno alcanza el tamaño de la Tierra

Imagen de la colosal tormenta en el planeta de los anillos
fotografiada en marzo de 2011 por el telescopio espacial Hubble.
- HSTNASA/ESA/GRUPO DE CIENCIAS PLANETARIAS (UPV-EHU)
La gran mancha blanca de Saturno, un fenómeno meteorológico único en el Sistema Solar, es una tormenta que llega a alcanzar prácticamente el tamaño de la Tierra. La última se desencadenó a finales del año pasado en el planeta de los anillos y sorprendió a los científicos porque no la esperaban hasta dentro de nueve años, ya que el fenómeno se ha venido produciendo regularmente cada año saturnino, equivalente a 29,5 años terrestres.El fenómeno, que fue observable durante dos meses, indujo perturbaciones en el planeta que acabaron por formar un anillo de nubes blancas rodeándolo por completo. Un equipo de astrónomos, liderados por el especialista español Agustín Sánchez-Lavega, ha estudiado con detalle esta gran mancha blanca de Saturno de 2010 y presenta ahora sus resultados en la revista Nature, que ha elegido una impactante imagen del planeta de los anillos con la mancha para la portada de su edición de esta semana. Un segundo artículo, liderado por Georg Fischer, se ocupa de las emisiones de las descargas de los relámpagos de la tormenta. "La gran mancha blanca ha afectado profundamente, como no se sabía antes, a la atmósfera del planeta por encima de sus capas de nubes, cambiando composición y temperatura (hasta 15 grados centígrados), de lo que informamos en un artículo anterior publicado en Science", explica Sánchez-Lavega (Universidad del País Vasco) a EL PAíS. "Más allá de la curiosidad científica, estos estudios permiten contrastar los modelos que tenemos para explicar la formación de tormentas en muy diferentes condiciones. Las atmósferas de otros planetas constituyen laboratorios naturales en los que estudiar la meteorología y el clima del nuestro". Los primeros signos de la tormenta fueron detectados por astrónomos aficionados japoneses con telescopios en la Tierra el 5 de diciembre del año pasado. Era un punto blanco emergente en el hemisferio Norte de Saturno, explican los investigadores en Nature. Prácticamente al mismo tiempo, la sonda espacial Cassini, de la NASA, captó actividad eléctrica asociada a la tormenta. "La mancha inicial creció rápidamente en tamaño y brillo, extendiéndose desde unos 3.000 kilómetros hasta unos 8.000 en una semana". Dos semanas después de que se desencadenara la tormenta, se veía como una mancha blanca compacta seguida de una cola de nubes brillantes expandiéndose hacia el este. En 55 días, esa cola había rodeado todo el gran Saturno, convirtiéndose en una perturbación de escala planetaria. El adelanto de la gran mancha blanca (rompiendo la regularidad que se había registrado desde que hace 130 años se realizan observaciones regularmente de Saturno con telescopios), y para lo que lo que los científicos no tienen explicación, es una sorpresa, pero tampoco es normal que siga activa. "A fecha de hoy, más de seis meses después de la erupción de la tormenta, su foco original, aunque debilitado, sigue activo, lo que representa una sorpresa mayúscula y un desafío en la comprensión de estos violentos sucesos meteorológicos", añade Sánchez-Lavega, director del Grupo de Ciencias Planetarias de su universidad y un especialista de reconocido prestigio internacional. El origen energético de este tipo de fenómenos se encuentra en las profundas nubes de agua, a unos 250 kilómetros por debajo de las nubes visibles de amoníaco. Las observaciones sin precedentes que se presentan en Nature del crecimiento de la tormenta confirman esta hipótesis anterior presentada por los autores. Una vez formada la gran mancha blanca se desencadena la perturbación que, con la ayuda de los vientos, circunda todo el planeta. El equipo de la Universidad del País Vasco ha utilizado modelos informáticos para investigar la tormenta y la perturbación a escala planetaria y su conclusión es que "la tormenta y la perturbación subsiguiente exigen que los vientos se extiendan en profundidad hasta las nubes de agua, es decir, allí donde no llega la iluminación solar". "Si es así, este trabajo confirmaría lo que apuntado en trabajos anteriores nuestros sobre Júpiter y Saturno, y que señalan que los vientos tendrían su origen en la fuente interna de calor". Colaboran con Sánchez-Lavega en estas investigaciones varios científicos españoles de la Universidad Europea Miguel de Cervantes, en Valladolid; el Observatorio Esteve Duran en Seva, Cataluña; y el Observatorio de Calar Alto, en Almería. Además, participan en el trabajo especialistas de Francia y del Reino Unido. "Esta cuarta portada en Nature representa un premio al esfuerzo persona, vocación y entusiasmo que la gente del Grupo de Ciencias Planetarias viene dedicando a la investigación", señala el director de dicho grupo. Además, los científicos destacan con agradecimiento la labor de los astrónomos aficionados que han contribuido tomando imágenes del fenómeno en Saturno.http://www.elpais.com/ leer mas

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