lunes, 24 de noviembre de 2014

Los raros diamantes llegados en un meteorito

Desde hace 50 años, los científicos han creído que los impactos de meteoritos y asteroides en nuestro planeta eran capaces de crear una nueva forma de diamante, el lonsdaleíta, también llamado diamante hexagonal. Fue hallado por primera vez en 1967 en el cráter Cañón del Diablo en Arizona (EE.UU.), formado por el gran meteorito del mismo nombre. Desde entonces, el lonsdaleíta ha sido ampliamente utilizado por la comunidad científica como un indicador de antiguos impactos de asteroides en la Tierra, incluidos los vinculados a la extinciones en masa. Además, se ha pensado que tiene propiedades mecánicas superiores a las del diamante ordinario, lo que le daba un alto potencial en la industria.


Todo esto suscitaba un gran interés en el mineral, aunque nunca han sido encontrados o sintetizados cristales puros del mismo, lo que suponía un enigma. Un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Arizona (ASU) ha encontrado una explicación para ello. Según explican en la revista Nature Communications, el lonsdaleíta es, en realidad, un diamante ordinario, pero con una forma estructuralmente desordenada.

«El llamado lonsdaleíta tiene en realidad la larga forma cúbica familiar del diamante, pero está lleno de defectos», dice Péter Németh, investigador de ASU. Estos pueden ocurrir, explica, debido a golpes, deformación plástica o un crecimiento de cristales no equilibrado.

Para llegar a esa conclusión, los científicos examinaron los diamantes del Cañón del Diablo en laboratorio. Utilizando microscopios electrónicos avanzados en el Centro para la Ciencia del Estado Sólido de ASU, el equipo descubrió, tanto en muestras del Cañón del Diablo y como en muestras sintéticas, nuevos tipos de diamantes gemelos, una red cristalina en la que impera la simetría, una complejidad estructural a escala nanométrica. Estos dan lugar a las características atribuidas a lonsdaleíta.

Defectos
«La mayoría de los cristales tienen estructuras que se repiten regularmente, al igual que los ladrillos en un muro bien construido», apunta el científico Peter Buseck, que también ha participado en el estudio. Sin embargo, pueden ocurrir interrupciones en la regularidad, y estas son llamadas defectos. «Los defectos se entremezclan con la estructura normal de los diamantes, como si la pared tuviera medio ladrillo o más ladrillos o una fila de ladrillos que se desplazan ligeramente hacia un lado u otro».

El resultado es que el llamado lonsdaleíta tiene la misma forma cúbica regular del diamante, pero ha sido sometido a golpes o presiones que causaron defectos dentro de la estructura cristalina.

Pero defectuoso no quiere decir inútil. Aunque son diamantes muy pequeños, casi como arenilla, el nuevo descubrimiento sugiere también que la complejidad estructural observada en los diamantes del Cañón del Diablo podría tener propiedades mecánicas interesantes. Tienen una dureza excepcional, más que los que se utilizan en joyería, y por lo tanto, grandes perspectivas como nuevo material para la industria

El cráter de Popigái, en Siberia, podría constituir la mayor reserva mundial de diamantes de este tipo para uso industrial. El agujero, de unos cien kilómetros de diámetro, se formó por la colisión de un meteorito hace unos 35 millones de años.http://www.abc.es/ciencia/

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